LEAH Y YO

mis demonios, mis furias, mis tristezas, mis miedos, mis risas, mis sueños, mis realidades, mis pocos amores y mis muchos desamores...

lunes, mayo 29, 2006

Estimado señor Bartleby:

Buenas tardes, preferiría saludar y que conteste mi saludo, como si pudiéramos llegar a ser amigos, cómplices, amantes. Le confieso que tengo una extraña fascinación por las cajas fuertes, los espacios cerrados herméticamente. Prefiero a los hombres caja fuerte, los que han perdido la clave, la llave y la salida. En todas mis relaciones con el munso prefiero ser la protectora que la protegida, prefiero descrubir que ser descubierta. Esa es la razón por la cual me atrevo a escribirle, superando mi temor a caer presa en su eterno paréntesis, quiero descubrirme descubriéndolo, Señor Bartleby, ¡Qué empresa tan absurda y ambiociosa!. Debo sentirme muy grande para creer que puedo llegar hasta usted y hacerle un huequito a su burbuja; debo haber perdido un poco la razón y a la vez haber tomado conciencia del mundo. Le diré que soy una mujer festiva, apegada a tantísimas cosas y terriblemente comunicativa. No hay suceso que no me conmueva y suelo participar en marchas por la paz y campañas de solidaridad.
Lo que quiero decir, lo que prefiero decir, si me permite el forzado uso de su palabra, es que estoy ligada al mundo todo lo que usted no está. ¿Será ese grado de diferencia lo que nos iguala? Quisiera pensar que si, terminar esta carta y confirmar que no tenemos nada en común y que, en todo caso, yo puedo ser algo asi como su salvadora. Empiezo a notar que prefiero interpretar el papel de su jefe, ese hombre tan preocupado y egoísta, porque me siento más cercana a él, aun ahora que descubro sus miserias.
Yo, como antes su jefe, lo veo como un reto, una caja fuerte que se me ha encomendado abrir, no lo puedo abandonar, mi orgullo está puesto en esta tarea. Solo puedo imaginar lo que usted ha vivido, imaginar un hogar, una niñez, un Bartleby siempre prefiriendo el no hacer, un ser nacido para eso: para hacer rebotar a los demás, para hacer actuar a otros frente a su no acción.
Prefiero no despedirme, prefiero no ver que en el fondo, muy al fondo, todos somos Bartleby, o todos quisiéramos serlo.