LEAH Y YO

mis demonios, mis furias, mis tristezas, mis miedos, mis risas, mis sueños, mis realidades, mis pocos amores y mis muchos desamores...

viernes, noviembre 24, 2006

OPINIÓN: El Perú en mil pedazoa

Las elecciones más aburridas de los últimos años han terminado. El alcalde candidato ha sido reelecto sin necesidad de despeinarse y parece que logrará arrastrar a casi 20 alcaldes distritales al triunfo. Lima se ha pintado de amarillo y la alianza – que muchos creían agonizante – de Unidad Nacional y Solidaridad Nacional logra vencer en distritos que se suponían seguros para otros candidatos. La fiebre reeleccionista no se consolida de manera tan rotunda como se esperaba y en el ámbito regional los grandes ganadores son los independientes.

El panorama en el Perú no ha cambiado, el descrédito de los partidos políticos es noticia antigua y el hecho de que el sólido norte hoy haga agua parece ser una consecuencia de ello. Aunque algún mérito hay que darle a los alcaldes y presidentes regionales salientes del Apra, o a los que ni siquiera llegaron a completar un período, como el vacado Freddy Gilardi, presidente de la región Ancash,, por cumplir gestiones deficientes, cuando no atroces.

Regresando al plano metropolitano, la continuidad de la obra realizada no fue argumento suficiente ni garantía para aquellos que se creyeron bolo fijo en vista de gestiones bastante exitosas. Aquí merece mención la paupérrima suerte de las estrellas edilicias de la alianza Somos Perú, que en algún momento llegó a perfilarse como una gran fuerza de la administración municipal del país. Dargent, Tachino, Bringas y Andrade cayeron con estrépito dando paso a nuevos nombres, todos ellos candidatos de Unidad Nacional arrastrados por “el efecto Castañeda”

Con los resultados oficiales aún al 80 por ciento, lo único que es claro es que las elecciones más aburridas de los últimos años se han convertido también en las más impredecibles, y los electores peruanos en los más difíciles de entender. ¿Cómo se explica la incoherente decisión de cambiar a alcaldes que, aparentemente, comandaban administraciones exitosas? ¿Qué criterios predominan en la elección de candidatos que en la mayor parte de los casos no presentan planes claros y son, además, auténticos desconocidos?

En el ámbito regional esta carencia de criterio, esta descarada inmadurez cívica y política, consagra la ascensión de un enjambre de movimientos políticos, abanderados de proyectos de escala unipersonal. Con 21 de las 25 regiones en manos de grupos independientes, los grandes proyectos nacionales se convierten en quimera. Nombres como Obras para un Tumbes bello o Alianza por Tacna, no traslucen una visión integradora o una proyección en función a un contexto nacional. Pero no solamente son los nombres, baste decir que la mayoría de estos movimientos no presentan candidatos en ninguna otra región, es decir, tienen un alcance netamente local. Quizás esto explique la tranquilidad mostrada por el aprismo y la administración de Alan García, quien pese a haber perdido 10 presidencias regionales, no se inmuta. Y es que un viejo zorro nunca se olvida de aquello de divide y vencerás. Y con el mapa político que se instalará en enero, es claro que no hará falta dividir ni un poquito más.

Seamos electores inmaduros o no, la jornada del último fin de semana nos pone frente a algo que sí maduró. Una nueva realidad que puede ser vista con preocupación o, con ojos menos conservadores, como la consagración de una cohabitación desintegrada, como nuestra propia nacionalidad. Para qué rasgarnos las vestiduras ante una crisis de partidos próxima a alcanzar la mayoría de edad, o ante la desarticulación de un proyecto nacional, si, probablemente, el primer paso para hacer viable algún proyecto llamado Perú sea aceptar su variopinta, caprichosa y harto desarticulada diversidad.